Mientras el Gobierno celebra los números macro que tranquilizan a los acreedores de deuda, la realidad de la mayoría de los ecuatorianos es compleja, con menos oportunidades, más informalidad y un creciente endeudamiento.

Este 23 de noviembre de 2025 se cumplen dos años desde que Daniel Noboa asumió las riendas del Gobierno de Ecuador.

Ahora mismo, la administración de Noboa enfrenta un contraste: si bien ha logrado estabilizar las finanzas públicas y mejorar la percepción en los mercados internacionales, con la receta del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), estos avances macroeconómicos no se han traducido en una mejora en la calidad de vida de la mayoría de los ciudadanos, tal como lo señalan las cifras oficiales.

Logros macroeconómicos, ajustes dolorosos

El principal avance del Gobierno en estos dos años ha sido la estabilización de las finanzas públicas y el orden fiscal, lo que evitó una crisis que amenazaba con dejar impagos a los servidores públicos. Esta receta mejoró la percepción de los mercados.

Expertos y analistas económicos cercanos al régimen coinciden en que las medidas adoptadas, aunque “duras” a nivel microeconómico, fueron un ajuste doloroso pero necesario.

La senda incluyó el alza del Impuesto al Valor Agregado (IVA) y la eliminación de subsidios al diésel.

La eliminación del subsidio al diésel provocó un paro nacional de 31 días (entre el 22 de septiembre y el 22 de octubre de 2025), impulsado por el movimiento indígena.

A pesar del costo social, estas acciones a nivel macroeconómico permitieron a Ecuador acceder a créditos de multilaterales, inyectando liquidez en la economía. Además, el Gobierno resalta otros logros macro: las reservas internacionales están en niveles históricamente altos y se registró un superávit robusto de cuenta corriente. Esto llevó a una mejora en la calificación de riesgo de la deuda por parte de Fitch.

Asimismo, el Riesgo País, un indicador que mide la confianza de los inversionistas (tenedores de deuda externa), se ubicó en 694 puntos al 20 de noviembre de 2025, una cifra menor a los 1.925 puntos con los que comenzó la gestión de Noboa, en noviembre de 2023.

A cambio, empleo estancando y pobreza

A pesar de la estabilidad fiscal, la gran cuenta pendiente del gobierno de Noboa es lograr que estos resultados macroeconómicos satisfactorios se traduzcan en bienestar familiar.

Según expertos, el nivel de crecimiento económico actual de Ecuador (proyectado en apenas 1.8% en 2026) no alcanza para cerrar las brechas en salud, educación y generar suficiente empleo.

La situación laboral es crítica: el empleo en el sector formal no solo no ha mejorado, sino que ha retrocedido. En 2018, el empleo formal era del 47% del total, y actualmente se ubica en el 44%.

Si se aplica la metodología de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el empleo informal en Ecuador alcanza el 76,9%, lo que implica que 6,2 millones de personas trabajan en condiciones precarias. Además, tener un trabajo estable, fijo, con jornada completa y un salario básico o más es un privilegio.

La precarización se refleja en la jornada laboral promedio, que se ha reducido: los hombres trabajaban 39 horas antes de la pandemia y ahora 35 horas; las mujeres bajaron de 32 a 30 horas.

El deterioro del mercado laboral se agrava con el aumento de la población fuera de la fuerza de trabajo: la población inactiva y desempleada (18-65 años) suma 3,3 millones de personas, lo que representa 700.000 personas más que en 2018.

Las brechas de desigualdad persisten y se magnifican en jóvenes y pueblos y nacionalidades. El 35,7% de los jóvenes (18-29 años) ni trabaja ni estudia, una cifra que era del 32% en 2018.

Vivir al límite

El doctor en Economía y Protección Social, Andrés Mideros, señaló -días atrás- que la insuficiencia de ingresos es evidente: ninguno de los grupos poblacionales alcanza a cubrir la canasta básica familiar, que bordeaba los USD 800, con corte a 2024.

El ingreso laboral promedio más bajo lo tienen los indígenas, con unos USD 300.

De hecho, un hogar que logra cubrir la canasta básica ya forma parte del 10% más rico del Ecuador, lo que revela el profundo nivel de desigualdad.

Esta precariedad ha forzado a los ecuatorianos a más endeudamiento. El país se ubica entre los tres primeros con más hambre.

Más deuda y su impacto social

La estabilidad fiscal se sostiene a costa de la inversión social. El endeudamiento marca el Presupuesto General del Estado de 2026: USD 12.387 millones se destinarán al servicio de la deuda pública (amortizaciones e intereses), absorbiendo el 34,9% del gasto público programado.

Esta rigidez fiscal reduce el margen para financiar políticas públicas esenciales, reforzar la seguridad, y atender la creciente demanda de servicios. Y, por otro lado, se destruye la inversión pública durante 2026.

Además, el Gobierno usó deuda para financiar gasto corriente, como la compra de medicinas. La subida del IVA, que supuestamente financiaría la seguridad, tampoco se ha traducido en resultados positivos, pues los indicadores de homicidios intencionales siguen creciendo.

Inestabilidad política y crisis de seguridad y energía

En el ámbito político, el presidente Noboa atraviesa su momento más complicado tras la derrota en las cuatro preguntas de la última Consulta Popular y Referéndum. Tras el revés, la reacción de los mercados internacionales fue negativa, aunque moderada, y el riesgo país repuntó.

La gestión se ha caracterizado por la inestabilidad ministerial. La cartera de Salud ha tenido cinco ministros, mientras que el Ministerio de Gobierno ha contado con siete funcionarios.

Así, en los dos años, el Gobierno de Daniel Noboa ha contado con más de 30 ministros.

En seguridad, la situación ha empeorado. En solo 10 meses de 2025, se contabilizaron 7.439 asesinatos, superando el total registrado en los 12 meses del año anterior. Es decir, una persona ha sido asesinada cada 58 minutos, acumulando en promedio 25 crímenes por día.

Pese a la declaratoria de “conflicto armado interno” (Decreto 111 de enero de 2024), la tasa de muertes violentas es más alta que en 2023.

Apagones y viajes

Otro punto gris del Gobierno de Noboa fueron las dos crisis energéticas por apagones. La primera inició en abril de 2024. La segunda, y más grave, se dio a partir del 7 de septiembre de 2024, seguida por racionamientos programados que duraron 88 días (hasta diciembre de 2024) y llegaron a alcanzar cortes de 14 horas, generando un gran malestar ciudadano.

Finalmente, la cantidad de viajes internacionales del mandatario ha generado cuestionamientos. Desde su segunda investidura (mayo de 2025), el presidente Noboa ha pasado 40 de 183 días en giras oficiales y viajes de trabajo. Desde noviembre de 2023, ha realizado 34 traslados al exterior, sumando más de 80 días.