
Hasta abril, 105 hombres se capacitarán en un taller sobre nuevas masculinidades, en la Prefectura de Pichincha. Cada uno de ellos deberá replicar lo aprendido a 10 más.
«Macho, macho, no llore hijito», le dicen a los niños, cuando se caen y el dolor les saca lágrimas. En las vías, a quien maneja con impericia le gritan: «mamita, mujer tienes que ser»,
así el conductor sea varón. En las escuelas, algunos niños entre ellos se llaman «mija» o se cambian el nombre masculino por uno femenino, Luis por Luisa, cuando cometen errores en un partido de fútbol. Todos esos son ejemplos de micromachismos.
Los micromachismos pasan desapercibidos -anota Ledy Zúñiga- coordinadora de prevención de la violencia en la Prefectura de Pichincha. Y así estas formas discriminatorias de tratar a las niñas y a las mujeres se han hecho parte de la vida cotidiana en Ecuador. Por eso, desde la semana anterior ofrecen talleres para enseñar a los hombres sobre nuevas masculinidades u otras maneras de ser hombres.
El cambio de chip
Hasta abril, la Prefectura de Pichincha capacitará a 105 hombres en nuevas masculinidades. Cada uno deberá replicar lo aprendido a por lo menos 10 hombres más. Los talleres están a cargo de la Fundación Laboratorio Social de Género y Masculinidades, que existe en el país desde hace 14 años.
Según Edison Porras Montenegro, su subdirector, se han especializado en el trabajo con hombres, en la prevención de la violencia contra las mujeres y en derechos humanos, género y masculinidades. Esto es parte de un proyecto más amplio llamado Métele un gol al machismo.
Desde la Fundación han detectado que no se ha cuestionado la participación de los hombres en la prevención de violencia. Creen, dice Edison Porras, que es fundamental hablar sobre nuevas masculinidades o nuevas formas de ser hombres con ellos, para transformar patrones culturales y eliminar micromachismos. Esos patrones determinan que los hombres están en un lugar de superioridad, por eso buscan que se cuestione el sistema patriarcal.
En esa línea, Ledy Zúñiga recordó que cada 26 horas, una mujer es víctima de femicidio en Ecuador. En total se cometieron 332 en el 2022, según la Alianza para el Mapeo de los femicidios, que reúne a Aldea, Cepam, Cedhu, entre otras organizaciones.
Por eso, desde la Prefectura de Pichincha, precisa Zúñiga, vieron la necesidad de enfocarse en los posibles agresores. «Hace falta enseñarles a desaprender comportamientos y tratos que han visto en casa, ideas que hacen que se dirijan a las mujeres de modo discriminatorio; y que normalicen la violencia«.
Por ejemplo, Ledy Zúñiga les contó que cuando ella llega con algún colega abogado como ella, a él se refieren como doctor y a ella como reina o linda. «A nosotras las mujeres nos lleva más tiempo y más trabajo que nos tomen en serio en lo profesional. No nos nombran por el título, como a los hombres y hasta creen que nos tratan de forma más ‘cariñosa’. Por otro lado, también pasa que a los hombres se les educa para que no demuestren sus sentimientos, les encasillan y les dicen que no deben llorar».
Los testimonios
Santiago Guamán es un abogado de 49 años, que dirige una fundación para chicos con discapacidad intelectual y psicosocial, que funciona en Sangolquí. En la sociedad ecuatoriana, dice, aún existe machismo. «Los hombres creemos que las mujeres, por ejemplo, tiene la obligación de arreglar la casa, de lavar los platos. Yo no creo que por ser de género masculino tengamos que ser ‘machos’ y no ver que las mujeres tienen iguales derechos». Por redes sociales se enteró del taller y postuló para capacitarse.
El amazónico Mauricio Sharupi, de 33 años, se interesó en los talles porque es parte de un grupo cultural. «En nuestras comunidades no se habla mucho de las masculinidades. Y allá hay mucho machismo, abusos y maltrato desde los hombres. Yo quiero que eso se acabe, crecer».
Cristian Pinos, de 28 años, es psicólogo clínico de los centros Warmi Pichincha, que atienden a víctimas de violencia. «Los hombres sienten que las mujeres son su propiedad, se muestran posesivos, se asumen como dueños del cuerpo de las mujeres y las cosifican, viéndolas como objetivos destinados a su satisfacción sexual».
Guía de la Fundación Laboratorio Social de Género y Masculinidades
La Fundación trabajó en una Guía, que trae 10 claves para entender las masculinidades y avanzar hacia las nuevas masculinidades, dejando atrás el machismo. Le presentamos un extracto:
- La masculinidad es un elemento que se aprende en la familia, la escuela, la universidad, el trabajo, los espacios públicos, la religión, etc. En espacios como el trabajo se refuerzan tratos desiguales o discriminatorios, por ejemplo, a los hombres se les paga más que a mujeres que desempeñan las mismas funciones; se normaliza el acoso por parte de los hombres a las compañeras.
- Dichos populares que traen cargas culturales, que aparecen como inofensivos, pero que entregan a los hombres ciertos mandatos de cómo vivir una masculinidad tradicional. Así: marido tiene, los hombres no lloran, juega como hombre, el último en llegar es mujercita, pareces mujercita, tienes que ser el hombre de la casa, en tiempos de guerra cualquier hueco es trinchera, macho mijo.
- La masculinidad tradicional agudiza problemáticas como la violencia contra las mujeres y contra otros hombres, ya que para ser reconocidos se involucran en peleas y en comportamientos violentos. Inclusive quienes viven ese tipo de masculinidad nunca se permiten sentirse vulnerables, eso ocasiona que acumulen situaciones que no logran tramitar sino con el consumo de alcohol o drogas.
El punto de vista
Nicolás Reyes, psicólogo y oficial de Unesco, opina que los niños y niñas no vienen con un chip cargado con comportamientos, ideas y acciones machistas. Esto se va aprendiendo en el medio que es altamente patriarcal, incluso antes de que nazcan y cuando nacen, se va arrojando prejuicios en torno a hombres, mujeres y géneros.
La sociedad, señala, es binaria, divide todo entre hombre y mujer y va colocando imaginarios sobre lo que le corresponde a cada género. Les inculca que las tareas de cuidado están en manos de las mujeres y las de fuerza y productividad, con los hombres. Así se pone a la mujer en el mundo del hogar y al hombre como proveedor.
Si quiere leer más sobre los tipos de violencia que enfrentan las mujeres, le recomendamos esta nota sobre violencia política.
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